Ya hablamos un día de que el cine de superhéroes estaba más
de moda que nunca, sobre todo gracias a las obras que están llevando a cabo la
Marvel. Sin embargo, en esta ecuación de rotundo éxito no debemos olvidar a la
trilogía de Batman, creando a un héroe mucho más realista de el que solíamos
encontrar. Esta tendencia se ha ido llevando a los demás superhéroes con menor
o mayor acierto como hemos podido comprobar en la última entrega de Iron Man
(la mejor de la trilogía ciertamente) o en el recomienzo de la saga de Spiderman.
Con el éxito cosechado tras las aventuras del murcielago
gracias en gran parte a la dirección del británico Christopher Nolan era de esperar
que el otro gran superhéroe de DC comics fuera relanzado (por tercera vez) al
cine. En efecto, estamos hablando del primer superhéroe que encontramos en las
páginas de un comic, Superman.
Como consecuencia de ser el primer superhéroe y
haber sido creado en los años 30, poco después de la crisis económica y con una
inminente II Guerra Mundial, nos encontramos ante un personaje que defiende el
bien sobre el mal a toda costa sin importar las circustancias y cuya única
debilidad es un extraño mineral, la kriptonita.
Por lo tanto, estamos ante el superhéroe perfecto, sin
ninguna tara, y por ello el más aburrido de todos. Es por ello que tanto
Nolan (esta vez a la producción y como creador de la idea original) como Zack
Snyder (realizador de la película y famoso por películas como ‘300’ o
‘Watchmen’) tenían un gran obstaculo al intentar humanizarlo (siendo además un
extraterrestre) y volver más vulnerable. Muy a mi pesar, este obstaculo no se
ha conseguido salvar.
Sinceramente, no tenía muchas esperanzas en esta película.
Primero porque Superman me parece demasiado insulso y perfecto como para que
pueda resultar interesante y segundo porque aunque Zack Snyder tiene buenas
películas como ‘El Amanecer de los muertos’, su último trabajo me pareció tan
decepcionante que ya me hace desconfiar de su talento.
Pero para el que no conozca la historia de Superman, ‘El
Hombre de Acero’ nos cuenta la historia de Kal-El un extraterrestre enviado en una cápsula a través del
espacio a la Tierra para que viva entre los humanos. Educado en una granja en
Kansas en los valores de sus padres adoptivos el joven Clark Kent comienza
desde niño a desarrollar poderes sobrehumanos y comienza una búsqueda para
averiguar de dónde viene.
Como ya hemos expuesto, en esta nueva entrega se ha
intentado humanizar al personaje, pero no se ha conseguido, ya que lo único que
le hace sufrir es el no saber de dónde proviene y el por qué fue llevado a la
Tierra, en cuanto eso se descubre, volvemos a conocer al Clark Kent de siempre,
que luchará por los humanos contra cualquier amenaza que aparezca.
Así pues, no hay más profundización en el personaje (de
donde no hay no se puede sacar) y el resto de película es el escenario perfecto
para un festival de efectos especiales, tiros, explosiones y destrucción por
doquier, que a servidor le llego a cansar en algunos momentos determinados.
Entre otras cosas por esa manía de hacer zoom en medio de las trifulcas.
Lo que también hay que decir es que aunque la película falla
en su propósito de volverse más seria y de profundizar en el personaje, lo que
si consigue es entretener y que los 143 minutazos que dura se pasen más o menos
rápidos. El trabajo de los actores resulta efectivo, tanto el de Henry Cavill
como Superman, como el de Russell Crowe y Kevin Costner como padres de Clark
Kent y Michael Shannon como Zod, el malo de la película.
Lo que ahora toca plantearse es si de verdad hay personajes
a los que hay que humanizar, o si esto es posible. Debemos recordar que los cómics
aunque pueden tratar temas muy diversos y serios, ejemplos claros son Watchmen,
V de Vendetta o el racismo oculto en los cómics de X-men, se crearon para la
diversión del lector y su desconexión del mundo real, igual que el cine.
Diversos héroes si se prestan a esa humanización y
profundización en la moralidad de su ser, como ya hemos visto en las películas
de el caballero oscuro o como se podría aprovechar con el mutante más famoso de
todos, Lobezno (miedo me da ‘Lobezno Inmortal’), que no deja de ser un asesino
a sangre fría que no conoce otra cosa. Pero hay otros, como el personaje que
encontramos hoy, que por su forma de ser no proporciona las condiciones
adecuadas para “oscurecerlo”.
En resumidas cuentas, ‘El Hombre de Acero’ resulta ser un
buen entretenimiento pero que no pasa de ser eso, un espectáculo palomitero que
dudo mucho que sea recordado por una gran cinta de superhéroes. Si buscas una
buena historia, esta no es tu película amigo.
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