El viernes pasado
llegaba a nuestras pantallas ‘Si fuera fácil’ o como en realidad se llama ‘This
is 40’ (¿Quién se encarga de poner el nombre a las películas extranjeras?) la
nueva película del director Judd Apatow, uno de los principales precursores de
la comedia moderna de Estados Unidos y responsable de películas muy
entretenidas como ‘Virgen a los 40’ o ‘Lío embarazoso’.
El nuevo metraje
del director estadounidense es un spin-off o una secuela de su anterior
trabajo, ‘Lío embarazoso’ esta vez
centrándose en el matrimonio de Pete y Debbie. A partir de esta premisa la
película nos mostrará las relaciones familiares de los protagonistas enlazándolo con
una difícil situación económica y la crisis propia de cumplir los cuarenta (de
ahí el título original de la película).
Este nuevo
trabajo de Judd Apatow tras las cámaras se desmarca de sus primeros trabajos
(Virgen a los 40 y Lío embarazoso), que tenían un tono de comedia un poco
gamberra aunque con moraleja, para adaptarse a una comedia más adulta, cargada
de momentos dramáticos en contraste con el humor propio de las producciones
Apatow que a veces es tachado de mal gusto.
Lo más destacable
de la película es el trabajo de los actores
principales, Paul Rudd y Leslie Mann, destacando por encima de todos el
de la protagonista de la función que lleva la mayor parte de la carga emocional
del relato. También cabe destacar la aparición de actores como Jason Segel
(conocido por su papel de Marshall en ‘Como conocí a vuestra madre) o Melissa
McCarthy (que protagoniza una de las partes más desternillantes de la
película), intérpretes habituales de las películas de Apatow.
El principal
problema que sufre la película es que a veces se pierde en su
propio argumento lo que puede confundir al espectador y no saber por qué los
personajes se están comportando de esa manera. Esto ocurre debido a que el
director quiere contar demasiadas cosas en la película y no lo consigue, a
pesar de su excesivo metraje (134 min.).
A pesar de todo, ‘Si
fuera fácil’ se convierte en un gran entretenimiento que consigue el apego del
espectador gracias al reflejo de situaciones cotidianas y la identificación con
los personajes que aparecen en la pantalla, haciendo que salgas (en mi caso)
con una pequeña sonrisa en la cara.
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