Hola,
¿qué tal? Venía a cruzarme en una crítica.
Como ya os contó Jose (sí, hace ya tres semanas), estrenamos (sí, llego con
retraso) sección de críticas a dos manos. En ocasiones coincidiremos. Pasa a
menudo cuando se tienen unos gustos afines. En otras, por supuesto, no tanto.
Pero siempre habrá matices. Como hoy. Tú, querido lector, puedes comulgar con uno, con otro, o cerrar esta pestaña y continuar navegando.
No
vengo a poner a nadie en antecedentes sobre historial y bondades de Neil Blomkamp,
de Distrito 9, o de Matt Damon, que
eso ya lo hizo en su momento, y mejor de lo que yo hubiera sabido o podido, mi compañero. Yo
vengo a hacer saltar todo por los aires.
Sin
mucha explicación previa (como servidor ahora mismo), Elysium nos introduce en un mundo dividido en dos, donde se
privilegia a los más ricos y se niega todo tipo de privilegio o avance a los
más pobres, en lo que se entiende como una crítica clara a la dicotomía primer-tercer
mundo actual. Una clara hipérbole del vigente modelo, con, diría, una excesiva
polarización, que dificulta por momentos que la trama sea creíble.
La premisa es algo
similar a la del film In Time en cuanto a que una
élite se aprovecha de la población humilde y la priva de todo tipo de lujo. La
de In Time es incluso mejor, más potente y compleja, y el
desarrollo peor, eso sí. Aquí no. Aquí hay una línea de mediocridad que se
mantiene bastante regular. No atraviesa muchos picos o valles que la hagan
disfrutable.
Argumentalmente,
de Elysium sólo sabemos que es una
población que flota cercana a la Tierra, habitada por cuatro extras que hacen de snobs y “gobernada” por
una autócrata Jodie Foster que alcanza su culmen interpretativo cuando, al fin,
muere (oh, vaya, SPOILER). Se echa de menos en el guión un diálogo que al
menos intente dar sentido o licitud a este sistema discriminatorio instaurado que entendemos que en algún momento de su historia les pareció lógico y viable. Hola, guionistas. Lo único que hay es un tipo que menciona en determinado momento algo sobre “derechos
humanos”, y que está más cerca de la carcajada irónica que de la reflexión
crítica.
Elysium, además, nos vuelve a traer la enésima (¿revisión?) representación de una sociedad futurista no muy alejada en el tiempo. Puede
resultar creíble o fidedigna dando por hecho que en 100 años seremos capaces de
curar cualquier enfermedad. Le concedemos esa licencia al director. Porque sin
ella, además, la trama no tendría sobre qué sostenerse.
Queda todo bañado además en una cantidad de sangre y violencia explícita absolutamente innecesaria. Entiéndanme. De algún modo existe la violencia explícita necesaria. En Guerra Mundial Z es necesaria (y la
evitan para embolsarse unos cuantos millones de adolescentes más). Pero en Elyssium no, y bien que vuelan los miembros. Además de granadas que deberían reventar cerebros y
lo único que no revientan son cerebros. Otra carcajada más.
Como
resultado, el espectador se encuentra ante dos horas de película (DOS HORAS),
en un entorno futurista increíble y con una premisa interesante, para terminar escuchando
la trillada historia del héroe que redime toda una vida de excesos y pecados,
con un final épico y dadivoso. Todo bañado en unas cuantas explosiones que casi
provocan más carcajadas que impresión.
Y el supuesto tono crítico inicial se va diluyendo hasta desaparecer.
PD: no sé por qué razón un mundo futurista necesariamente debe incluir dubstep, pero yo no me apunto.
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