lunes, 28 de octubre de 2013

Reseña de Arctic Monkeys - AM

No sé ni por dónde empezar. Agárrense.


Siempre me resulta excitante hablar de bandas "de esas" que yo apadrino. Esas que por trayectoria, temas, directo, por identidad y universo propios, o por X (siendo X una incógnita que me atrae y no consigo despejar), considero muy por encima de la media. Qué sé yo: Foals. The National. The Black Keys. Arcade Fire. Grizzly Bear. Youth Lagoon. Y Arctic Monkeys entran en ese terreno.

Para empezar, porque Whatever People Say I Am, That's Why I'm Not es una de las últimas historias románticas que la música ha dado. Whatever People Say I Am... es esa peli en la que una banda de adolescentes de Sheffield pasa de las maquetas caseras y los ensayos en un garaje a un álbum de debut superventas, alabado por crítica y fans, galardonado como "mejor album británico" en 2007 y que les catapulta a ser la nueva y última gran esperanza de la nueva ola de post-punk británico. "The next big thing".

Aunque, siendo honestos a la verdad, ni ésto es una película, ni Whatever People Say I'm... fue un éxito fruto de un día. Ni Arctic Monkeys fue el "milagro MySpace". Ni "la banda que pudo haber cambiado el mercado de la música". Antes de este debut de estudio, ya circulaban por el norte de Inglaterra EPs que ellos mismos se encargaban de repartir en sus conciertos, como este Five Minutes With The Arctic Monkeys.


Y de MySpace, ellos, ni idea. Se dedicaban a dar conciertos y captar adeptos que, por lo visto, eran duchos en nuevas tecnologías y redes sociales. Y no les iba mal.

Porque aquí el hecho, al fin y al cabo, es que Whatever People Say I Am..., y en especial ese primer single de 2005, número uno casi instantáneo, 'I Bet You Look Good On The Dancefloor', les llevo al primer plano mediático, con el que ya levaban un tiempo jugueteando. Vinieron acto seguido todas esas comparaciones con The Strokes, The White Stripes o con otros más coetáneos como Franz Ferdinand, Bloc Party o con yo que sé. Somos así.

Y de ahí a ser nombrados la banda de una generación.

Entre este primer y aclamadísimo Whatever People Say I Am..., de 2006, y el siguiente, Favourite Worst Nightmare, apenas dista un año. Se mantiene una línea post-punk y sonido garage muy similar. Intensidad, baterías desenfrenadas merced a esa bestia que es Matt Helders, y velocidad guitarrera y vocal.

Y hasta aquí el acto I: el milagro de MySpace y la banda de una generación.

Acto II: por qué Arctic Monkeys siguen siendo tan buenos en 2013.

Entonces Alex Turner, mente inquieta y preclara, comenzó a interesarse por el sonido pop. Y así llegó Humbug, un disco de pop oscuro en el que Josh Homme, líder de Queens Of The Stone Age y amigo personal de Turner, comenzó a meter mano. Hubo una transición importante, que vista en perspectiva, no fue tan exagerada. El sonido cambiaba, evolucionaba, sí, pero cortes como 'My Propeller', 'Crying Lightning' (uno de los temas más inspirados de toda su carrera) o 'Pretty Visitors' aún mantenían esa intensidad de los primeros Monkeys. Eran, por decirlo de alguna manera, guiños a aquellos Monkeys imberbes. Era 2009 y Alex Turner lucía melena.


Allá la opinión que cada uno se reserve de éste, su tercer LP, siempre tan importante en la trayectoria de cualquier grupo. Pero lo innegable es que supone un paso imprescindible para entender todo lo que vino después.

Y lo que vino en 2011 fue Suck It And See y con él toda una declaración de intenciones. Un pop mucho más dulce, que recordaba a cortes anteriores de la propia banda, como 'A Certain Romance', con guiños a sonidos ochenteros y un nivel vocal altísimo en temas como 'The Hellcat Spangled Shalalala' o 'Black Treacle'. Con sitio aún, por supuesto, para temás de raíces como 'Library Pictures' y sonidos oscuros aún cercanos a Humbug en 'All My Own Stunts'.

Pero lo realmente excepcional de la banda de Sheffield no es toda esta transición de géneros y experimentación de sonidos (que también). Es que no han sido capaces de firmar ni un solo disco, digamos, poco premeditado. Todos ellos tienen elementos suficientes para pasar tranquilamente del notable, dando la sensación de que cada tema tiene un por qué. En su trayectoria se puede observar perfectamente la apertura de mente, la evolución y el interés por otros géneros de los de Alex Turner, y esa obsesión por no dar puntada sin hilo.

Ejemplo claro de esto útimo es que, con cada single, el grupo entrega a su público una cara B. Y de estas caras B también se rescatan temas muy potentes como 'Electricity', correspondiente a la publicación de R U Mine?, o emblemáticos, como 'Settle For A Draw', del primer single de la banda, When The Sun Goes Down o 'No Buses' del EP Who The Fuck Are Arctic Monkeys? (por dar referencias recientes y pasadas), que han pasado a convertirse en imprescindibles para los más fieles, y que dan aún más encanto a ese "universo Monkey".


Pero bueno, que me desvío.

Acto III: AM.

El caso es que ya hace más de un mes, el 9 de Septiembre, se publicaba AM, quinto largo de estudio de los británicos. Y una semana antes, faltaría más, se filtraba el álbum. Y comenzó el debate: los fans de los primeros Arctic Monkeys eran bastantes más reticentes y escépticos con AM; los que, sin embargo, habían mantenido cierta distancia con los trabajos de los británicos, se veían encadilados con los riffs, falsetes y melodías del nuevo trabajo.

El hecho es que la banda lleva ya, con este último, tres discos con sonidos más cercanos al pop, que al post-punk de sus inicios. Y con AM, cómo no, han alcanzado un nuevo nivel, experimentado con sonidos que les son más ajenos.

Como el rock más clásico made in The Velvet Underground (en paz descanse, señor Reed) en 'Mad Sounds'. O la inclusión masiva de coros y falsetes en 'Snap Out Of It', que ya se dejaban entrever en su discografía desde temas como 'Potion Approaching', en Humbug, o durante Suck It And See. O lo que más poderosamente llama la anteción: esos sensuales coqueteos con la música negra y el R&B (hace poco veíamos a la banda versionar el 'Hold On, We're Going Home' de Drake en la radio de la BBC) en 'Do I Wanna Know?', 'Snap Out Of It' y 'Why'd You Only Call Me When You're High?'.



Ya antes de publicar este AM, Alex Turner se aventuraba a definir para NME su nuevo trabajo como "un ritmo de Dr Dre galopando por el desierto en una Stratocaster", manera llamativa de definir esta conjunción de pop oscuro, sonido stoner, rock clásico y toques de blues.

Hace tiempo que la banda sustituyo los guitarreos intensos por los riffs sencillos y melódicos y de ello subsisten los temas  más pegadizos del disco, como 'R U Mine?', 'Do I Wanna Know?' o 'Knee Socks'. Así, 'Arabella' pasa a ser el tema más intenso de todo el conjunto, manteniendo ese toque sinuoso, sensual y elegante.



El resultado es un álbum muy redondo y maduro, al nivel de lo mejor de su carrera. Lo cual resulta aún más meritorio cuando se echa la vista atrás y se toma consciencia de que la banda apenas ronda los 10 años de existencia y ya carga con cinco largos de estudio a sus espaldas, con apenas dos años de "descanso" entre trabajo y trabajo. Y más cuando aquellos compañeros de generación, los Bloc Party o The Strokes, navegan entre el sopor y la indiferencia.

Arriesgar y ser inquietos. Y ser buenos, qué demonios. Además, la figura de Alex Turner sobre el escenario repeinandose el tupé mientras señala y mira desafiante al público es, probablemente, uno de los últimos iconos con encanto del rock.

Nota: 8'3/10

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